lunes, 2 de noviembre de 2009

INFLEXIBILIDAD FISCAL, La República

INFLEXIBILIDAD FISCAL
Por Camilo Herrera Mora
Presidente de RADDAR
camiloherrera@raddar.net
colombiador.blogspot.com

Entre más pasa el tiempo, menos agilidad tiene el gobierno nacional en materia fiscal. Todos sabemos que la Constitución Política y las leyes orgánicas y de presupuesto, mantienen el ejecutivo con bajo margen de maniobra, pero la asignación de vigencias futuras y los pactos de estabilidad fiscal con el sector privado, en adición a la deuda del gobierno, están llevando a que el presidente de Colombia en unos 10 años no sea más que un ejecutor, porque no podrá ni cambiar los impuestos ni tendrá presupuesto para su propia ejecución.

La firma de los tratados de libre comercio y de estabilidad fiscal de este gobierno, congelan las condiciones tributarias de muchos frentes de recaudo, y por ende la movilidad del gobierno en estos asuntos, al punto de poner a gatas a cualquier ministro de hacienda de hacer una reforma tributaria por una demanda de igualdad ante la Corte Constitucional.

Por el otro lado, el aumento en el endeudamiento externo, al punto de emitir bonos a 32 años para hacer financiamiento del actual plan nacional de desarrollo, causa que estemos vendiendo los logros no logrados para tener algunas metas en el presente; con las vigencias futuras definidas y una deuda de tales proporciones, sin duda los logros del corto plazo deberán ser estupendos para sostener el gasto futuro que viene.

Quizá en el esfuerzo de mantener la confianza inversionista, el presente gobierno se ha dedicado a hipotecar el futuro, con el supuesto de grandes ingresos en el medio plazo; desafortunadamente, nada indica que esto sea así, y por el contrario el gasto en infraestructura no se está ejecutando a tiempo para ser una medida anticíclica.

Hoy pensar en una reforma tributaria es casi imposible, ya que los muchos de los grandes contribuyentes tienen acuerdos de estabilidad fiscal o están en zonas francas, y el TLC con los Estados Unidos pende como una espada de Damocles mientras el presupuesto nacional pierde equilibrio.

Finalmente esto conllevará a lo inevitable: un estado con impuestos fijos y relativamente bajos a la industria, y una fuerte presión tributaria sobre la demanda o el contribuyente de clase media, con retenciones altas sin declaración de renta, IVA por encima del 16% y hasta nuevos impuestos como el patrimonio a personas naturales.

Todo esto conlleva en sí mismo un afán de crecimiento en el corto plazo limitando la expansión de largo plazo, al punto que si las cosas siguen así, un colombiano promedio estará pagando en impuestos cerca del 35% de su ingreso y las empresas menos del 20%. Evidentemente, este es el peor de los mundos.

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