domingo, 21 de junio de 2009

VIENE EL CONSUMIDOR RESPONSABLE, La Republica

VIENE EL CONSUMIDOR RESPONSABLE
Por Camilo Herrera Mora
Especial para La República
Junio de 2009
camiloherrera@raddar.net
colombiador.blogspot.com

Hace dos semanas Transparencia Internacional publicó su Barómetro Global de Corrupción, abriendo nuevamente el debate sobre el peso de las trampas en las economías mundiales. Más en este informe se abre un nuevo concepto: el consumidor responsable.

Según el informe “El Barómetro preguntó a los encuestados si estaban dispuestos a pagar una cantidad adicional para comprar a “compañías sin corrupción”. La mitad de los encuestados respondió en forma afirmativa. El mensaje que transmiten los consumidores al sector privado es claro: la transparencia tiene recompensas.” Esta pregunta evidentemente cae en la trampa del “deber ser” en su respuesta, pero deja ver que el tema ya es sensible para muchos en el planeta.

Según el informe, la población de más de 30 países no está dispuesta a pagar de más por una empresa que no soborne, lo cual es lógico, ya que se asume que esto es así, porque el cumplimiento de las normas no debe ser un sobre costo para el usuario final.

En este escenario, Colombia ocupa un puesto medio, ya que el 59% de los encuestados afirman que están dispuestos a pagar de más por una empresa “decente”. Evidentemente no se informa que tanto de más, ni mucho menos si efectivamente no lo ha hecho, pero es destacable que 6 de cada 10 colombianos podrían estar pensando así.

¿Qué nos deja esto?, que el consumidor con posición viene escalando fuertemente en el mercado y que los esquemas de sellos de certificación hacen que el consumidor reflexione cada vez más sobre los productos que consume. Sin duda, falta mucho para que el consumidor analice contenidos grasos, cumplimiento de RSE o etiquetado de calidad, pero lentamente exige que los productos tengan más certificaciones.

Este primer fenómeno es importante porque está implantando en el consumidor la exigencia de calidad, servicio, ecología y responsabilidad legal y social, más no por un mayor precio o una tasa de cumplimiento, por el contrario, el consumidor asume esto como insumos de carácter obligatorio como un precio justo o una garantía de satisfacción.

Cada día más el consumidor exigirá y segmentará el mercado entre los productos que cumplen con las normas y los que no, seguido de un proceso de exigencia a las cadenas, que por ser punto de venta, deban exigir esto a sus proveedores y así sucesivamente, logrando que el mercado sea ajustado a las normas. Lo que es incomprensible, ya que deberían ser las mismas empresas y el estado quienes garanticen esto.

Un buen ejemplo de estos procesos fue la eliminación de los cloroflurocarbonados – CFC – que estaban presentes en muchos aerosoles a comienzos de los noventa. Lo que demuestra que el etiquetado funciona, si y solo si, se define como un supuesto diferenciador de los productos y no como un sobre costo, ya que esto sería absolutamente inmoral.

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