viernes, 27 de febrero de 2009

NORMANDO EL CONSUMO, La República

Febrero de 2009

NORMANDO EL CONSUMO
Por Camilo Herrera Mora
Presidente de RADDAR
Especial para La República

Mientras el mercado se complica por una fuerte devaluación, reducción del salario real y hasta saturación del crédito de consumo, los diferentes gobiernos han decidido hacer control político al consumo.

Se prohíbe el consumo de cigarrillo en establecimientos comerciales, lo que echa abajo las ventas de bares y casinos, potencializado en Bogotá con el toque de queda a menores de edad y el cierre de establecimientos comerciales; el pico y placa en la ciudad causa un completo cambio cultural en los hábitos y manejo de tiempo de las familias y reduce las ventas de gasolina, repuestos y modifica el ciclo de consumo semanal; el arancel a la importación de motos del 35% para controlar la ventas de estos vehículos; el arancel de 0% en algodón; la aplicación del sistema de seguridad social con el formulario PILA que redujo la capacidad de compra de muchos independientes, entre otras normas que aún no han sido emitidas.

Lo que contrata con las múltiples medidas y leyes emitidas el año pasado que van desde la portabilidad celular hasta el fallo constitucional de la rentabilidad mínima de los fondos de pensiones.

Es impactante ver que ante la incapacidad que tienen los gobernantes de aplicar normas efectivas para el buen comportamiento de las personas y la incapacidad de muchas personas de autoregularse, se usen normas restrictivas para controlar a unos pocos limitando a la mayoría del mercado. Estas estrategias sin duda tienen su razón de ser, como el caso del pico y placa en Bogotá y la necesidad de actualizar la malla vial, pero su impacto en las condiciones del mercado serán muy fuertes y sin lugar a dudas causarán cambios culturales importantes.

Lo mismo ocurre con el caso de los fumadores, donde ya algunos estudios muestran la caída de las ventas de los sitios de entretenimiento cercano al 15%, dejando en problemas muchos puestos de trabajo. Sin duda los fumadores causan externalidades y los jóvenes fuera de control pueden desembocar violencia, pero por unos pocos no se puede limitar el desarrollo económico.

Este modelo de restricción afecta el mercado y al final nos va a tocar a todos. Por esto es necesario ampliar el espectro y poner a andar la imaginación a nivel de política pública: no más restricciones, por el contrario se requiere focalización de políticas y fomento económico a aquellos que cumplan las normas. Por ejemplo, aquel ciudadano que cumpla durante un tiempo con las normas de tránsito, se le debe premiar con algunos días de libertad de pico y placa, o bien dejar abrir restaurantes, bares y casinos para fumadores, o lugares de rumba para jóvenes.

Pero al parecer la restricción es más ágil e impactante para la imagen de un gobernante en el corto plazo, pero sin lugar a dudas el impacto en el largo plazo en la contracción del mercado, hará de las ciudades un espacio poco gobernable por el aumento del desempleo y la inseguridad.

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